Mural realizado en Olloniego, en la fachada de la nave de la empresa Aplinor, en la que se buscaba romper con la monotonía de un polígono industrial con una inyección de fuerte color y una imagen positiva.
Esta obra es una reivindicación de la naturaleza y la convivencia del ser humano en armonía con su medio. En una sociedad que fomenta el individualismo y deteriora las relaciones entre personas, se pone en valor la cooperación y el respeto, utilizando varias especies con cierta simbología. La abeja, asociada al trabajo, o el colibrí, símbolo de amor, interactúan con el medio como especies de pequeño tamaño pero con gran importancia en el ecosistema. La escena trata de transmitir calma, y reúne los cuatro elementos aludiendo al equilibrio que hace posible la vida, en contraposición al caos que solo conlleva destrucción.